UN CAFÉ PARA ADOLFO COUVE

me siento a observar la cafetera
sobre la llama azul de la cocinilla
con el agua limpia calentándose
como la posa al sol energúmeno

miro sus gorgoritos
que salen a flote
como los ahogados
después de ocho días

el agua caliente se introduce en el filtro
como cuando el sudor traspasa nuestras camisas
moja el café molido y lo decolora
le roba el pigmento y el agua
se va ensuciando como el lavatorio
en el que se lavan las costras
que se diluyen
como los reflejos de los cuervos
al caer una piedra sobre el estanque

gotas de café van cayendo una tras otra
y dos o tres a la vez como tus lágrimas
van manchando el agua como la tinta
que se lava del pincel o del dedo
que pinta tres o cuatro tazas

las gotas del café son las gotas de sangre
del pincel que limpia sus naturalezas muertas

apago el gas a la cafetera
lleno una taza recién pintada
y como el vampiro me bebo el café
de un solo sorbo, con cuidado
de no ensuciar mi blanca camisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario